Editorial Melquiades (primera impresión, 2019)
Páginas: 197
La muerte es el final de un camino, el viaje espiritual del alma a otro espacio según tu actuar o un nuevo comienzo en la vida misma desde otro recipiente. Preguntas incansables que generan debates entre todos los defensores de la mejor postura para afrontar la vida en sí misma. Pero esta vez daremos un recorrido a través de los ladrones de la vida, aquellas personas dispuestas a acercarte a la muerte desde sus propios demonios. Que castigo es equivalente para este tipo de personas, si nunca podrán devolvernos aquello que tomaron en un momento de cargas emocionales.
Este libro recoge ocho crónicas de destacados periodistas sobres homicidios ocurridos en la capital. Entre los sucesos relatados encontramos al perpetuador con las manos en la masa, es decir, ejecutando sus acciones sin que nadie puede abogar su defensa. Motivo de estudio por distintos psicólogos y psiquiatras que se encargarán de desmenuzar la historia de su vida para entender la razón por la cual cometió estos crímenes. Y en otras crónicas a través de largas investigaciones podremos dar con el homicida, después de arduas investigaciones lograrán atraparlo.
Los casos sin respuesta son los que más interesan, debido a que los principales interesados en frenar estos actos son los defensores de la justicia, actos como estos pueden motivar a muchos tomar acciones por mano propia sin temor a ser encontrados o castigados. A menos que su mente propia los empuje a entregarse, así como Rodion Raskolnikov no pudo con la culpa de sus actos.
Desde el distrito más alejado de Lima hasta el distrito más exclusivo, desde el trabajador emprendedor que opera en la informalidad para salir adelante al empresario más exitoso que tiene como única preocupación el incremento de su patrimonio... los crímenes no son ajenos a nadie.
Las probabilidades de ser victimas en un acto por un criminal son muy bajas, sin embargo, al menos entender parte de su personalidad o detectar eventos fuera de lo común pueda ayudarnos a preservar nuestra propia paz mental o preservar la vida. Y en el caso de encontrar personas perturbadas es mejor que cada persona sea responsable de sus propias decisiones.
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